Recientes estudios científicos han develado el por qué las mujeres sienten más frío que los hombres, por qué siempre piden que cierren la ventana, que se encienda la estufa y aún así se visten para dormir bajo dos frazadas.
Los científicos de la Universidad de Portsmouth han explicado que son nuestras extremidades fundamentalmente las que no dan la sensación de calor o frío, o dicho de otro modo, que si tenemos los pies o las manos frías vamos a sentir frío.
Ahora bien, el sistema circulatorio de las mujeres posee leves diferencias con respecto al de los hombres. En las mujeres la sangre tienden a concentrarse en el torso y en la cabeza, mientras que en sus extremidades es menor el flujo sanguíneo, por lo tanto, mayor la sensación de que hace frío. Esta distribución de la sangre es un mecanismo de supervivencia que permite concentrar el calor sobre los órganos vitales, lo que hace que, paradójicamente, las mujeres sean más aptas para sobrevivir en las bajas temperaturas aunque sientan más el frío que los hombres.
Lo anterior, unido a la diferencia en la masa muscular y en la distribución de la grasa en el cuerpo de ellas y el de nosotros, explica la mayor sensibilidad al frío de las mujeres.
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