La luz provoca graves deterioros en las obras de arte; especialmente en aquellas que están compuestas con materiales orgánicos como madera, papel y fibras textiles. La radiación ultravioleta es la más dañina, ya que destruye las fibras y afecta a los pigmentos, porque interactúa con su composición química. Los efectos son acumulativos, de modo que se produce el mismo daño exponiendo un objeto a una luz fuerte por un breve periodo que a una debil por tiempo prolongado.
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