Una de las razones aportadas científicamente parte de dos conceptos que se extienden a todas las especies animales, jerarquía y sexualidad. Como también sucede en los humanos, el sexo y el poder son dos poderosos agentes que mueven su mundo.
Como otros animales, los gallos son aves territoriales que muestran su autoridad sobre las demás, haciendo ostentación de su poderío de diversas formas: con su pavoneo, con la coloración e hinchazón de su cresta y, por supuesto, con sus desafiantes e insinuadores cantos.
Así es como, desde la primera hora de la mañana y durante todo el día, satisfacen su necesidad de demostrar su status de macho dominante, en la granja o en el gallinero. Su poderío frente al resto, marcando y delimitando su territorio y sus gallinas.
De forma que tras cada canto de los que hace en el día, espera respuesta. Si no la obtiene, entonces, reina la tranquilidad y el silencio y cada uno se dedica a los afanes que traiga el día. Un buen asunto.
Pero si le contesta otro gallo de las proximidades o del mismo gallinero, mostrando su aspiración al puesto de gallo dominante, en este caso, comenzará una rivalidad, primero, cantora y después, si el reto vocal prosigue, incluso, si fuera necesario, física.
De ahí que no sea frecuente encontrar varios gallos en un mismo gallinero, a no ser que haya suficientes gallinas y espacio para repartir. De no ser así rivalizarían y se pelearían entre ellos. Un mal asunto.
Pero con su canto, el gallo quiere mostrar otras cuestiones que les interesa, sólo que ahora son las gallinas sus destinatarias. Quiere que sepan dónde se encuentra él, o que tiene comida que ofrecerles y, naturalmente, que estáactivo sexualmente.
Existen estudios que parecen probar que el cacareo emitido por el gallo es del agrado de las gallinas. Lo es hasta el punto de que estimula su ovulación y hace que se les acerquen.
Además, con ese sonido, las gallinas no solo andan más estimuladas sino que lo están con mayor frecuencia, durante la época de celo.
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